¿Te fustigas a ti misma continuamente con tus propios pensamientos?
No paras de darle vueltas a las cosas.
Llega un pensamiento, y luego otro, y otro, y otro… y ahí te quedas atrapada, en ese bucle eterno de pensamientos que se enlazan los unos con los otros, los cuales te acaban angustiando, no te dejan ver las cosas con claridad y al final te paralizan, no te dejan vivir con la tranquilidad interior que te gustaría y, en demasiadas ocasiones, además, ni siquiera te permiten hacer aquello que realmente querías, llevándote a dudar o hablar mal de ti misma por verte en esta situación, con el impacto tan fuerte que esto puede tener en tu autoestima.
Déjame ponerte un ejemplo de algo que a muchas mujeres nos suele pasar y que estoy casi segura de que a ti también te ha pasado:
Vas a un evento donde hay gente que no conoces y, de repente, te das cuenta de hay dos chicas que están hablando entre ellas mientras te miran y tú, lo primero que piensas, es que quizás están hablando de ti. Y por supuesto, no piensas que están hablando bien, sino que lo que piensas es que lo que están comentando es algo negativo sobre ti, sobre tu ropa, tu aspecto físico, o sobre algo que has dicho hace un rato y que tú sientes que no ha sido oportuno. Y ahí, mientras estás en ese evento ya tienes tu mente activada dándole vueltas a la situación, sintiéndote incómoda. Termina el evento y esto no se queda ahí, sino que te vas a casa y continúas cuestionando qué ha pasado, qué han podido decir, preguntándote si no llevabas la ropa adecuada, si hay algo de malo en ti, pasando la noche intranquila e incluso por la mañana, cuando te levantas, sigues con ese malestar, castigándote a ti misma por algo que ni siquiera sabes si realmente ha sucedido ya que ni siquiera sabes si estaban hablando de ti.
Una pena, ¿no crees?
Y este ejemplo es uno de muchísimos más. Déjame ponerte otro: ha sucedido algo en el trabajo (o con tu pareja o con una amiga) que te ha molestado y dentro de ti surge la duda de si hablar sobre ello. Empiezas a darle vueltas a la cabeza, sobre cómo decirlo, qué decirles y visualizas todas las escenas posibles que pueden suceder si sacas el tema, montándote una película donde millones de situaciones catastróficas se pueden dar y que hacen que al final no digas nada porque tienes miedo a que se puedan molestar, a que se pueda crear un conflicto y a que, además, puedan pensar mal de ti. Y ahí te quedas tú, dándole vueltas a la cabeza con ese malestar interior no solo por lo sucedido sino por no ser capaz de hablar sobre ello, cuestionándote ahora también a ti misma por no hacerlo, entrando de nuevo en el bucle de pensamientos tóxicos que a la única que le hacen daño es a ti.
Menudo agotamiento, ¿verdad?
Esa mente excesivamente pensante a la que le pedimos que, por favor, pare y no lo hace, porque en el fondo creemos que no la podemos controlar y que no lo puedes cambiar. Pero yo hoy vengo a decirte que sí que puedes hacerlo. Bueno, controlar, lo que se dice controlar, no, yo prefiero decir que puedes aprender a gestionar tu mente y lo que piensas, reeducándola para que te dejes de machacar de esta manera.
Y es que, aunque la mente tiene esa función, la de pensar (y menos mal que lo hace, sino qué sería de nosotras si no lo hiciera) sí que puedes modificar dónde pone su atención, qué se dice así misma y cómo interpreta lo que sucede a su alrededor. Es decir, puedes reprogramarla para que el qué, el dónde y el cómo de lo que piensa sea beneficioso para ti en vez de perjudicial.
Suena a utopía, lo sé, pero no lo es. Esto es como cuando entrenas un músculo en el gimnasio para que gane más fuerza. Con la mente es lo mismo. Puedes entrenarla para que gane esa fortaleza interior que te permita vivir sin fustigarte y desarrollando pensamientos más sanos que te harán sentirte mejor contigo misma y vivir tu vida sintiéndote más tranquila.
Y dirás, vale, si, ¿y esto cómo lo hago?
Como todo entrenamiento, necesita de unas pautas y de mucha práctica, y esto es lo que yo te recomiendo:
- Ponle consciencia a lo que piensas. Y dale espacio a los pensamientos, observándolos desde la distancia, sin juicio. Tomar este papel es lo que te va a permitir que se puedan ir generando nuevos pensamientos más ligeros y beneficiosos para ti, ya que irás dando espacio a nuevas formas de ver e interpretar las cosas. Aquí el yoga y la meditación son actividades claves, ya que son prácticas que te ayudan a parar, respirar, y observar dejando ese juicio a un lado.
Y para que puedas empezar a hacer esto te propongo el siguiente ejercicio: Ahí, donde estés ahora mismo, date el permiso de parar un momento y ponte cómoda. Si no estás sentada, hazlo. En una silla, en el suelo, donde tú quieras, asegurándote de que tu espalda esta recta, pero sin tensión. Coloca tus manos encima de tus muslos, relajadas. Baja el mentón hacia el pecho ligeramente y cierra los ojos. Quédate ahí observando tu respiración natural, simplemente poniendo atención a como el aire entra y sale por tu nariz, sin forzar. Mientras estas ahí, después de varias respiraciones, visualiza el cielo y sus nubes. Obsérvalas, mira como se van moviendo y van desapareciendo. Si mientras observas ese cielo azul y sus nubes blancas te llega algún pensamiento, ponlo encima de una de esas nubes y deja que se marche con ellas. Repítelo con cada uno de los pensamientos que te puedan ir surgiendo, los pones en una nube y los dejas marchar de forma natural, sin forzar, solo observando cómo se van. Quédate ahí el tiempo que necesites, prestando atención a lo que te sucede cuando haces este ejercicio, a cómo te sientes al hacerlo y cuando estés lista, pon tus manos en el pecho, inhala por la nariz y exhala por la boca como si de un suspiro se tratara y quédate ahí un ratito observando de nuevo tu respiración natural hasta que sientas el deseo de abrir los ojos. Repite este ejercicio en cada momento que sientas que tu mente esta sobre cargad para así poder ir practicando como dejar marchar todos esos pensamientos asfixiantes de una forma amable y respetuosa, sin exigencias ni cargas.
- Escribe lo que piensas. Sácalo fuera, pon sobre el papel todo lo que hay en tu mente y deja de cargarlo contigo. No somos del todo conscientes, pero esos pensamientos pesan y al escribirlos les damos permiso para liberarlos y soltarlos.
- Reflexiona sobre lo que piensas. Pero no sobre analices, que precisamente lo que queremos es ir rompiendo el bucle. Para esto te sugiero que contestes a estas preguntas: ¿te crees realmente lo que estás pensando? ¿es realmente verdadero lo que estás pensando? ¿cómo lo sabes? ¿te beneficia pensar así? ¿qué efecto genera en ti pensar de esta manera? ¿estos pensamientos te están llevando a hablar mal de ti misma, a cuestionarte?
- Reescribe lo que piensas y cámbiale la perspectiva. La pregunta clave aquí es la siguiente: ¿de qué otra forma podría pensar sobre esto para que fuera más beneficioso para mí? Por ejemplo: cuántas veces te pillas a ti misma pensando en los millones de cosas horribles que pueden pasar si haces alguna cosa, y te fustigas a ti misma diciendo…’no soy capaz, se van a reír de mí, etc’. Aquí es donde tienes que intervenir. Esos pensamientos son un reflejo de tu lenguaje interior y podrías sustituirlo por un: ‘realmente no se lo que va a suceder si hago tal cosa y en caso de que suceda algo que a mí no me gustaría, estaré tranquila porque lo habré hecho con la mejor intención. Soy humana y puedo equivocarme, estoy aprendiendo’. ¿ves la diferencia?
- Desidentifícate de lo que piensas. No eres lo que piensas sino la persona que piensa. Léelo otra vez. Si, nos sobreidentificamos con nuestros pensamientos como si fueran un reflejo de nuestra identidad y de quienes somos, y la realidad es que no lo son, son solo eso, pensamientos, y podemos desvincularnos de ellos y cambiarlos.
- Libérate de lo que piensas. A través del movimiento corporal se puede soltar lo que no está escrito. Salta, baila, tírate por el suelo, corre, nada, y grita, lo que sea, y verás no solo cómo tu cuerpo se libera, sino que tu atención vuelve al presente, aquí y ahora, y esos pensamientos fustigantes se irán quedando a un lado y perdiendo importancia.
Espero que estos consejos te resulten útiles y si sientes que por ti sola resulta muy complicado llevarlos a cabo, ponte en contacto conmigo y te cuento cómo podemos trabajar juntas para que tu mente por fin pueda descansar y tú puedas vivir más tranquila y en paz. Yo estaré encantada de acompañarte a que puedas hacer este cambio.
Hola, soy Gema
Y ante todo, soy mujer y humana, como tú.
Una mujer con una historia de vida, que ha aprendido que existe otra forma más sana y equilibrada de relacionarse consigo misma y con los demás, y que ha decidido compartir su conocimiento con más mujeres como tú, porque creo que otra forma de vivir es posible, sin tanta exigencia, sin tanto correr, sin tanto depender de la opinión o necesidad de los demás, y sobre todo, MÁS CONECTADAS CON NUESTRA ESENCIA, CON NUESTRA VERDAD.
Y también soy...
COACH PERSONAL
Me he formado como Coach Transpersonal especializada en Relaciones, y antes de esto me formé en Coaching con PNL, Programación Neurolíngüística, y Mindfulness
PROFESORA DE YOGA
El Yoga para mi fue (y sigue siendo) una salvación. Ese lugar donde parar y escucharme, y darme lo que necesito, sin permiso ni validación de nadie. Desde este lugar comparto mi parte más espiritual (no religiosa)
AUTODIDACTA
No sé que sería de mi sin leer libros. Con ellos aprendo y amplio conocimiento que me ayuda a seguir creciendo y compartiendo