¿Padeces del ‘síndrome de la impostora’?

¡Qué levante la mano la que no haya sentido alguna vez que era un fraude profesionalmente (o en cualquier otro ámbito como el académico, el social, el interpersonal o incluso el familiar) pese a que tu historial dice todo lo contrario…!

De esto va el llamado ‘síndrome del impostor’, de que te creas que no eres tan buena en aquello que haces o de que no sabes tanto como los demás creen que sabes y que, por lo tanto, sientas que les estás engañando. También suele ir asociado con sentir que no mereces los éxitos que estás consiguiendo o que estos son, en realidad, efecto de la casualidad o del factor suerte y que no se deben a tus propias capacidades; o, aún peor, que creas que ese proyecto que estás poniendo en marcha o que quieres lanzar, no funciona o no va a funcionar porque, en realidad, no vales para ello o porque no estás a la altura de las circunstancias, cuando está más que demostrado que has conseguido otras cosas mucho más difíciles en tu vida.

¡Ojito cuidado con esto!

Porque te pasa, ¿verdad?

Lo sé porque incluso a mí, que ahora voy a hablarte de ello, también me pasa. De hecho, hay estudios que determinan que tres de cada cuatro mujeres trabajadoras se sienten así alguna vez en su vida. Muy fuerte, ¿no? Y este porcentaje es mayor entre las mujeres que entre los hombres, lo cual pone en evidencia el nivel de autoexigencia y crítica con el que las mujeres nos relacionamos…☹

Pero aquí de lo que me gustaría hablar no es tanto de que surjan dudas sobre ti misma (que es un tema importante, por supuesto) sino que cuando esas dudas lleguen tú no tengas en tu mochila las herramientas necesarias para poder neutralizarlas. Y es que estas herramientas, además, son las que te permitirán que esas dudas se vayan reduciendo con el paso de tiempo hasta que un día puedan desaparecer por completo o al menos dejen de tener el efecto que ahora tienen en ti.

Y antes de contarte qué herramientas son las que necesitas adquirir, párate primero un momento, cierra los ojos y ponte a escuchar a esa vocecilla interior que tienes ahí dentro y mírala como eso, como una voz, que no eres tú, sino algo externo. Mírala desde la distancia, como si estuviera en la pantalla de la TV. A mi me gusta imaginarme a esta voz como si fuera yo misma de pequeña y me veo ahí, como esa actriz chiquitina que está en la tele. Te invito a que tú también hagas lo mismo y te imagines a tu propia niña en esa pantalla. 

Respira profundo mientras continuas con los ojos cerrados y obsérvala detenidamente. Puedes poner tus manos encima del corazón y darte esa calidez que se que olvidas darte con frecuencia y observa, desde ahí, que esa niña que reside en ti en el fondo está llena de miedos. Es una niña a la que le aterroriza fallar, que se autoexige demasiado, a la que le cuesta pedir ayuda, una niña que no quiere ser juzgada ni que hablen mal de ella, una niña que siente que si no hace todo perfecto es porque no es suficientemente buena, etc. Pero ella no sabe que es esto lo que realmente le está pasando y, por lo tanto, tampoco sabe qué hacer con ello ni cómo comunicarlo. Y claro, ante esa falta de comprensión y de claridad respecto a sí misma, empieza a dudar de si misma, a cuestionárselo todo, a infravalorarse, a sentir que no es suficiente; cree que lo que hace no es para tanto y que cualquier otra persona podría hacerlo, y, así, un sinfín de reacciones que lo único que consiguen es que tú, esa mujer adulta que estás ahí dándole la mano, acabes dejándote arrastrar por ella.

Y aquí es donde reside la clave para gestionar este síndrome, en que esta mujer adulta desarrolle esa habilidad para tomar las riendas de la situación y sea capaz de gestionar todo lo que esa niña le viene a mostrar.

Y aquí la duda que surge siempre es es la misma y es la de… ‘vale, ¿y esto cómo lo hago?

Déjame decirte que ya has empezado por lo más importante, observando a esa niña y poniéndola en la distancia, desvinculándote de ella pero sin soltarla la mano (estás ahí para cuidarla y guiarla, sin dejarla sola pero siendo tú la que tome la responsabilidad). Y con esto habrás entendido algo muy importante, y es que hay dos ‘personajes’: tu yo adulta y tu yo niña.

Ahora toca escuchar a esa niña y validar lo que siente. ¿Qué te dice cuando surgen todas esas dudas? ¿Cómo se siente? Escríbelo todo, ponlo sobre papel, sin cuestionarlo ni juzgarlo. Ayer justo leí un texto que decía:

Hacer sentir a alguien que es visto, escuchado y entendido es la forma más clara de amarlos’

Y eso es lo que necesitas empezar a hacer con ella.

Reescríbelo. Ahora visualiza cómo te gustaría que esa niña se hablara a sí misma realmente y cómo te gustaría que se sintiera y, sin ponerle límites a esa visualización, plásmalo también sobre el papel. No olvides que si lo puedes ver significa que lo puedes crear. No visualizamos nada que no conocemos.

Descífralo. Hazte esta pregunta clave: ¿qué necesita esta niña para dejar de dudar de si misma, creer que es realmente buena en lo que hace y, además, que lo que consigue es por méritos propios? Aquí tu sabiduría interna tiene la respuesta, lo único que te has olvidado de conectar con ella. Algunas de las cosas que puedes hacer es dedicarte tiempo a solas de calidad para revisar tus fortalezas, tus logros y todo lo que has conseguido en tu vida, por pequeño que parezca, porque ahí es donde reside tu capacidad para acallar a esa voz interior que te dice que no vales tanto como los demás creen. También puedes preguntarte si eso que te dices es real o es una percepción sesgada que estás haciendo de ti misma (en ese sesgo se esconden muchas creencias que bien merecería la pena que indagaras en ellas…)

Redimensiona. Observa esos miedos que surgen en el proceso e identifica qué puede haber detrás de ellos para que así puedas ir reduciendo su impacto. Por ejemplo, el miedo de ser juzgada por lo demás, Aquí la pregunta claves es: ¿esa persona/s que creo que me juzgará, es una persona realmente importante para mi? Y continúa con la siguiente: si me juzga, ¿es alguien a quien yo quiera tener en mi vida?

Empieza a trabajar en ello. Para que todo esto se pueda ir transformando, es necesario accionar y no solo quedarte en analizar. A través de la acción, lo integras en el cuerpo y es desde ahí desde donde el cambio de tu lenguaje interior empieza a realizarse. Y para eso tienes que hacer, hacer y hacer, eso sí, con unos pasos claros, y para definirlos te sugiero que empieces con la siguiente pregunta: ¿con qué paso concreto voy a empezar para poder soltar este síndrome y así creer realmente en mi y en mis capacidades?

 

Si sientes que el primer paso que deberías dar es el de buscar a alguien te eche una mano para poder gestionar todo esto, no dudes en contactar conmigo y te cuento como podemos hacerlo.

 

Te mando un abrazo.

Gema Juárez

Hola, soy Gema

Y ante todo, soy mujer y humana, como tú. 

Una mujer con una historia de vida, que ha aprendido que existe otra forma más sana y equilibrada de relacionarse consigo misma y con los demás, y que ha decidido compartir su conocimiento con más mujeres como tú, porque creo que otra forma de vivir es posible, sin tanta exigencia, sin tanto correr, sin tanto depender de la opinión o necesidad de los demás, y sobre todo, MÁS CONECTADAS CON NUESTRA ESENCIA, CON NUESTRA VERDAD.

Y también soy...

COACH PERSONAL

Me he formado como Coach Transpersonal especializada en Relaciones, y antes de esto me formé en Coaching con PNL, Programación Neurolíngüística, y Mindfulness

PROFESORA DE YOGA

El Yoga para mi fue (y sigue siendo) una salvación. Ese lugar donde parar y escucharme, y darme lo que necesito, sin permiso ni validación de nadie. Desde este lugar comparto mi parte más espiritual (no religiosa)

AUTODIDACTA

No sé que sería de mi sin leer libros. Con ellos aprendo y amplio conocimiento que me ayuda a seguir creciendo y compartiendo