¿Estás siempre comparándote con las personas que te rodean?
Dicen que las comparaciones son odiosas y yo añadiría que, además, también pueden ser muy peligrosas porque cuando éstas se hacen de forma constante y desde un lugar en el que tú te pones por debajo del otro, lo que sucede es que puedes acabar minando tu autoestima y perdiendo la confianza en ti misma, lo cual te hará sentir mal y te afectará de forma negativa en tu día a día.
Y esto lo sé muy bien porque es algo que a mí también me pasó, hace ya unos años.
Me parecía que todo el mundo sabía más que yo, que eran más bonitas que yo, que podían hacerlo todo mejor que yo o que incluso sabían hacer cosas que para mí eran imposibles, que tenían cosas que yo no tenía, que sabían expresarse mejor que yo, que ellas nunca no dudaban de sí mismas, y así un sinfín de cosas que lo único que hacían era que me sintiera pequeña estando a su lado, generando una sensación de inseguridad interior tremenda que se juntaba con angustia, frustración, envidia e incluso tristeza.
Eso sí, la gente por fuera no sabía nada de esto. Si les hubiese preguntado a cualquier habrían pensado que era una tía fuerte y muy segura de sí misma, pero la realidad es que la duda constante sobre si lo que hacía o decía estaba bien o mal se apoderó de mí, el miedo a equivocarme me paralizó hasta el punto de limitarme a hacer aquello que yo realmente quería y la preocupación por lo que los demás pudieran pensar se convirtió en algo habitual, así como la autocrítica…
Frases como ‘todo te sale mal’, ‘eres un desastre’, ‘quien soy yo para hablar de esto’, ‘que van a pensar de mi’, ‘seguro que saben que soy un fraude’, ‘no voy a saber hacer esto’, ‘qué vergüenza si me ven’…se volvieron normales, y lo peor de todo es que ni siquiera me daba cuenta de que existían, y menos aún del efecto tan negativo que estaban generando en mí.
¿Te suena de algo?
Imagino que sí porque sino no creo que estuvieras aquí leyendo esto, así que te invito a que sigas haciéndolo porque hoy quiero contarte qué se esconde realmente detrás de todo esto y quiero proponerte una serie de ejercicios que sé que, si los llevas a cabo, te ayudarán a que tú también puedas dejar de compararte negativamente con los demás.
¿Te habías parado alguna vez a pensar que la comparación es algo que has aprendido a hacer desde bien pequeña?
Piénsalo por un momento, de alguna manera esta todo diseñado para ‘competir’. ¿No te pasaba que creciste con la presión de que tenías que ser la primera en clase, la que mejor notas sacase, la que tenía que ganar ese campeonato, la que tenía que ser la más guapa, la más lista…y así un largo etcétera?
Y ahí empieza todo, en el maldito ‘tengo que…’, lo que te lleva a esa necesidad constante de búsqueda de la perfección, de querer tenerlo todo y de, en definitiva, ser muy exigente contigo misma, como si con lo que ya ERES no fuera suficiente.
Y este es precisamente el punto más crítico y la causa principal de esa necesidad de comparación constante, y es que no te valoras lo suficiente a ti misma porque has dejado tu valía en manos de lo demás, sin darte cuenta de que tu valor no tiene nada que ver con ellos, sino que depende de ti misma y que el mero hecho de existir y SER (si, así, con MAYÚSCULAS) ya hace que seas valiosa.
Déjame decirte que no tienes que cumplir con las expectativas de nadie ni con lo que la sociedad te ha dicho que deberías ser o hacer, sino que tienes que cumplir con tus propias expectativas, con aquello que para ti realmente tiene sentido y lo que para ti es realmente importante.
Y para que puedas hacerlo y puedas romper con ese efecto tan negativo que genera en ti compararte con otros, te propongo que hagas lo siguiente:
- Desarrolla tu papel de observadora. No de los demás, sino de ti misma. Dedícate tiempo a estar a solas y a prestar atención a aquello que te dices, en qué momentos y el efecto que crea en ti. Te propongo que lo hagas como si fueras una espectadora de tu propia película, poniendo esa distancia entre lo que ves en la pantalla y la que está sentada en la butaca del cine, y que lo hagas sin juicio y sin crítica, de manera que te puedas desvincular de lo que observas. Sé que esto puede ser difícil hacerlo de buenas a primeras, pero hay dos prácticas que te pueden ayudar a desarrollar esta habilidad: la meditación y el yoga.
- Sé honesta contigo misma. Reconoce lo que tu sucede y el efecto que esto genera en ti. Ponle nombre a tus sentimientos y no te culpes por sentir lo que sientes. Ya has visto que esto que te pasa es algo habitual, y la buena noticia es que es posible cambiarlo, pero para poder hacerlo, hay que primero reconocerlo. Te sugiero aquí que cojas un boli y un papel y escribas en una libreta todo lo que te sucede, de esa manera quedará plasmado fuera de ti, verás claridad y también te sentirás más liberada.
- Se realista con tus comparaciones. Cuando estés observándote y veas que caes en esa comparación dañina, es importante que le inyectes realismo a lo que te estás diciendo. Déjame explicarme: con frecuencia estoy segura de que llegas a conclusiones sobre otras personas sin tener suficiente información sobre ellas, incluso a veces diría que, en realidad, no sabes nada sobre ellas, pero tú crees que será como tú te imaginas. Esto es un sesgo muy común que nos hace daño por no ser realistas. Por ejemplo, imagina que ves a una chica con su pareja y piensas ‘qué suerte tiene de haber encontrado un novio así, y yo aquí estoy, más sola que la una’ La pregunta aquí es: ¿cómo sabes que ese chico es realmente un buen novio? ¿cómo sabes si ella es realmente feliz estando con él? ¿Sabes si pelean, si discuten, si tienen problemas? ¿Ves donde quiero llegar? Por fuera puede parecer muy idílico, pero por dentro…no lo sabemos.
- Habla con tu voz crítica. Si, esa vocecilla que te dice todas esas frases, conversa con ella y hazlo desde el amor. Mírala como si fuera esa niña pequeña que una vez fuiste y que necesitaba ser querida y cuidada, y a la que le hubiese gustado que no le hubieran exigido tanto. Explícale que entiendes que se sienta así pero que no es necesario continuar haciéndolo. Cuéntale que a partir de ahora la que va a hablar eres tú, esa mujer adulta que sabe que hay una forma más sana de vivir la vida y de relacionarse consigo misma y dile que no se preocupe, que tú vas a cuidar de ella, que vas a encontrar la forma de poder hacerlo, que ya están en ello.
- Conecta con tus fortalezas y cualidades. Si, deja de apuntar a las cosas que no tienes o a lo que hay ‘de malo en ti’ y empieza a repasar todo lo bueno que tienes y que estás dejando de lado. Estás llenita de cosas maravillosas y es hora de que te centres más en lo positivo y dejes de lado lo negativo.
- Acepta lo que no te gusta de ti. ¿Eres de las que piensan que para quererte bien tiene que gustarte todo de ti? Pues déjame decirte que la clave de una buena autoestima es, precisamente, saber estar bien con aquello que no nos gusta de nosotras, y tener la tranquilidad interior de que no pasa nada porque esto sea así. Y para trabajar este aspecto, te sugiero que utilices esta pregunta: ¿qué es lo peor que puede pasar por no saber hacer x, o por no tener un cuerpo y o….etc? A raíz de esta pregunta pueden desencadenar muchísimas preguntas más que nos puede llevar a detectar esas creencias limitantes que hacen que te compares tanto y no te aceptes tal cual eres, pero, para empezar, esta pregunta es clave, porque en el fondo nada es tan grave como nos imaginamos, y es que si al hacerte esta pregunta no has contestado un ‘me muero’ literalmente, entonces es porque podemos hacer algo para que no pese tanto.
- Celebra tus logros. Por pequeños que sean, da igual, celébralos. Lo pequeño no es pequeño si a ti te hace grande, da igual si para otras personas no es importante o no tiene relevancia. La clave aquí es conseguir conectar con lo que a ti te hace bien, con lo que tú por dentro sabes que es bueno para ti y celebrar cada conquista que hagas en esa dirección que tú necesitas.
- Agradece lo que tienes. Cada noche, antes de irte a dormir, haz una lista de al menos 3 cosas que ya tienes de las que te sientes agradecida. De nuevo, no tienen que ser cosas grandes, pueden ser cosas más sencillas que muchas veces damos por sentadas y, en realidad, es una maravilla que podamos tenerlas.
- Comprométete contigo y da los pasos. Esto puede parecer una obviedad, pero para dejar de compararte constantemente y poder sentirte bien contigo misma, no vale con que yo te diga lo que puedes hacer, sino que tú necesitas tomar la decisión de querer hacerlo y empezar a dar los pasos. Si se queda todo en la mente y en ideas, y en leer miles de cosas, pero no haces nada, entonces no podrás avanzar. Tener un plan de acción y que acciones lo que te propones es necesario. Así que mi pregunta aquí es: ¿qué día de esta semana vas a empezar a hacer estos ejercicios que te propongo? Bloquéate una hora de ese día y empieza, da igual si no te lo crees o si te da pereza, empieza. La única forma de que la rueda ruede es dándole un pequeño impulso…
Y si ves que por ti sola te resulta muy complicado, ponte en contacto conmigo y te cuento cómo podemos trabajarlo juntas. Yo estaré encantada de acompañarte a que puedas hacer este cambio.
Hola, soy Gema
Y ante todo, soy mujer y humana, como tú.
Una mujer con una historia de vida, que ha aprendido que existe otra forma más sana y equilibrada de relacionarse consigo misma y con los demás, y que ha decidido compartir su conocimiento con más mujeres como tú, porque creo que otra forma de vivir es posible, sin tanta exigencia, sin tanto correr, sin tanto depender de la opinión o necesidad de los demás, y sobre todo, MÁS CONECTADAS CON NUESTRA ESENCIA, CON NUESTRA VERDAD.
Y también soy...
COACH PERSONAL
Me he formado como Coach Transpersonal especializada en Relaciones, y antes de esto me formé en Coaching con PNL, Programación Neurolíngüística, y Mindfulness
PROFESORA DE YOGA
El Yoga para mi fue (y sigue siendo) una salvación. Ese lugar donde parar y escucharme, y darme lo que necesito, sin permiso ni validación de nadie. Desde este lugar comparto mi parte más espiritual (no religiosa)
AUTODIDACTA
No sé que sería de mi sin leer libros. Con ellos aprendo y amplio conocimiento que me ayuda a seguir creciendo y compartiendo